Trastornos del neurodesarrollo

En nuestra clínica ofrecemos apoyo especializado para niños y jóvenes con trastornos del neurodesarrollo. Nuestro objetivo es acompañar a las familias en el proceso de desarrollo, brindando herramientas que favorezcan una mejor adaptación y crecimiento personal en el entorno educativo, familiar y social.

El TEA es un trastorno complejo que afecta la capacidad de comunicación, la interacción social y el comportamiento. Los niños TEA suelen mostrar intereses restringidos, actividades repetitivas y dificultades para entender señales sociales o emocionales. Los grados de afectación varían considerablemente, desde casos leves hasta aquellos que requieren apoyo significativo en la vida diaria.

Las familias suelen consultar por retrasos en el desarrollo del habla, dificultades para establecer contacto visual, comportamientos repetitivos o problemas de interacción social en entornos escolares. También es común la preocupación por el manejo de crisis emocionales o problemas de conducta derivados de la inflexibilidad a los cambios.

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) se caracteriza por una combinación de inatención, hiperactividad e impulsividad que puede interferir en el desarrollo académico y social. Los niños con TDAH a menudo tienen problemas para mantenerse concentrados, seguir instrucciones o controlar impulsos, lo que puede generar dificultades en su rendimiento escolar y sus relaciones con los demás.

Las familias suelen buscar apoyo cuando notan dificultades en la atención sostenida, problemas de comportamiento en el aula, olvidos frecuentes o un nivel de actividad física excesivo que no concuerda con su entorno. También se preocupan por la impulsividad y la falta de autocontrol, que pueden generar conflictos sociales o familiares.

La discapacidad intelectual implica limitaciones significativas en el funcionamiento cognitivo y la conducta adaptativa. Esto afecta áreas como el razonamiento, la resolución de problemas, el aprendizaje académico y las habilidades de la vida diaria, como la comunicación, el autocuidado y la vida social. La discapacidad intelectual puede presentarse de leve a grave, dependiendo del grado de afectación.

Las familias suelen consultar por retrasos globales en el desarrollo, dificultades para adquirir habilidades básicas como el lenguaje, problemas para adaptarse a la vida cotidiana y bajo rendimiento académico. También es frecuente la preocupación por el futuro del niño, especialmente en términos de independencia y autonomía.

Los trastornos de la comunicación abarcan dificultades en el desarrollo del lenguaje, la producción del habla, la comprensión y el uso de la comunicación verbal y no verbal. Pueden presentarse en diferentes formas, como trastorno específico del lenguaje, trastorno fonológico, trastorno de la fluidez (tartamudeo) y trastorno de la comunicación social. Estos trastornos afectan la capacidad de un niño para expresar sus pensamientos, interactuar eficazmente con los demás y comprender el lenguaje, lo que impacta en su rendimiento académico y social.

Las familias suelen consultar por retrasos en la adquisición del lenguaje, problemas para formar palabras o frases completas, dificultades para mantener una conversación o para comprender lo que otros dicen. También pueden estar preocupadas por la falta de gestos o expresiones faciales que acompañen el habla, la incapacidad de entender reglas sociales de la comunicación, o problemas con la fluidez del discurso.

Las dificultades del aprendizaje incluyen dificultades específicas en áreas académicas como la lectura (dislexia), la escritura (disgrafía) o las matemáticas (discalculia). Estos trastornos no están relacionados con la inteligencia general, pero pueden interferir gravemente en el rendimiento escolar y en el bienestar emocional del niño. Las familias suelen buscar ayuda cuando su hijo muestra dificultades persistentes en el aprendizaje de la lectura, la escritura o las matemáticas, a pesar de recibir apoyo adicional en la escuela. También pueden preocuparse por la baja autoestima del niño, el estrés relacionado con el fracaso académico o los problemas emocionales derivados de estas dificultades.

Los trastornos motores incluyen una serie de condiciones que afectan la capacidad de planificar, coordinar y ejecutar movimientos voluntarios. Entre ellos se encuentran el Trastorno del Desarrollo de la Coordinación (TDC) y los Trastornos Motores con Tics (como el Síndrome de Tourette). Estos trastornos pueden interferir en el rendimiento físico de un niño, afectando tanto sus habilidades motoras finas (como escribir o abotonar una camisa) como las gruesas (correr, saltar). Los niños con trastornos motores suelen parecer torpes o tener dificultades para realizar actividades físicas que otros de su edad dominan fácilmente.

Las familias a menudo buscan ayuda cuando notan dificultades en actividades que requieren coordinación o precisión, como dibujar, escribir, practicar deportes, o al observar movimientos involuntarios como tics repetitivos. Las preocupaciones también pueden incluir retrasos en el desarrollo motor en la primera infancia, como problemas para gatear, caminar o manipular objetos.